Las propiedades medicinales del mango no se concentran sólo en el fruto, sino que dependiendo de la dolencia a tratar, deberán emplearse unas partes u otras de la planta.
Así, las flores del mango contienen importantes cantidades de vitamina C, que aumenta las defensas, y ácidos grasos con acción mucolítica y calmante de la tos. Por ello suelen emplearse en el tratamiento de todo tipo de infecciones de las vías respiratorias.
Por su parte, las hojas del mango atesoran activos vegetales importantes para el cuidado del aparato circulatorio. Por un lado, la acción para controlar la hipertensión de las hojas del mango previene la arteriosclerosis y, con ella, reduce el riesgo de accidentes cardiovasculares. A su vez, los beneficios del mango para ayudar a favorecer la coagulación y evitar la rotura de los pequeños capilares se esconden también en las hojas de la planta.
En cuanto al fruto propiamente dicho, el mango, es una importante fuente de vitaminas A y C, necesarias para el correcto funcionamiento de la vista, para la salud de la piel y el buen estado de las defensas.
La fibra que contiene el mango ayuda a combatir el estreñimiento, pero a su vez el mango no es una fruta laxante ni de difícil digestión. Todo lo contrario, el mango es una fruta indicada para personas con tendencia a las irritaciones estomacales o intestinales, ya que su consumo proporciona alivio de las molestias que suelen acompañar a estos procesos.