Durante toda la vida de una mujer, el riesgo para presentar cáncer de mama es de un 15% y va aumentando con los años. Esto es lo mismo que decir que de cada ocho mujeres, una va a presentar esta enfermedad durante su vida. Gracias a la investigación y a la detección del cáncer de mama en estadios previos se ha mejorado muchísimo en las dos últimas décadas el índice de supervivencia del cáncer de mama. Así, si esta enfermedad se detecta en fases iniciales la posibilidad de curarlo es muy cercana al 100%.
Para poder conseguir esta seguridad, la prevención es fundamental. Esta al alcance de todas mejorar nuestra alimentación y llevar una vida menos sedentaria. Con pequeñas cosas podemos llegar a conseguirlo.
En la alimentación es fundamental comer dos raciones de fruta al día. Estas pueden ser entre horas, para el almuerzo o la merienda, ya que es un pequeño tentempié perfecto y práctico de llevar con nosotros si estamos fuera de casa. Es mejor utilizar la verdura como guarnición de nuestros platos principales y comerlas todos los días. Otro componente que no puede faltar en nuestra dieta para prevenir el cáncer de mama es la fibra, con solo 30 gramos al día se puede ayudar a prevenirlo.
En cuanto a mejorar nuestros hábitos de vida, gestos tan pequeños y aparentemente poco importantes como olvidarnos del ascensor y subir las escaleras o aprovechar cuando tenemos tiempo para ir andando de un lugar a otro en vez de tomar el coche o el transporte público pueden ser de gran ayuda para eliminar el sedentarismo. Utiliza una tarde a la semana para hacer deporte o alguna actividad aeróbica, tu cuerpo te lo agradecerá y también tu estado de ánimo.
Sobretodo no olvides que hay que ir a una revisión ginecológica una vez al año y que cuando llegamos a los 50 hay que hacerse mamografías periódicas. Con estas precauciones, el cáncer de mama puede mantenerse bajo control.