En primer lugar se debe hacer hincapié en que un consumo razonable permite aprovechar los beneficios del perejil sin poner en riesgo la salud, aunque existen personas con hipersensibilidad a la planta que deberían evitar su consumo.
Uno de los principios activos medicinales del perejil, el apiol, es el responsable de la mayor parte de las reacciones adversas asociadas al consumo excesivo de perejil. De nuevo, la diferencia entre medicina y tóxico radica únicamente en la dosis.
Cuando se ingiere apiol en exceso se sufren una serie de síntomas que van evolucionando al ir prolongando la ingesta. Las señales más leves de intoxicación por perejil son las molestias gástricas y las diarreas. Pero si se continúa consumiendo cantidades excesivas de perejil, aparecen alteraciones en el ritmo cardiaco y comienzan a fallar el hígado y los riñones: el depurativo se vuelve un veneno. En caso de no detectarse el problema, con el tiempo la toxicidad del perejil puede ocasionar incluso la muerte.
Otras sustancias del perejil, como son la xantotoxina y el bergapteno, son fototóxicos. Si una persona consume mucho perejil y se expone a luz intensa o a algunas radiaciones puede sufrir lesiones en la piel, generalmente reversibles.
La toxicidad del perejil, consumido en dosis inadecuadas, corre a cargo también de la miristicina, un neurotóxico que puede llegar a ocasionar convulsiones.
Para finalizar, hay que tener en cuenta las propiedades abortivas del perejil. Las embarazadas no deben abusar de su consumo, aunque pueden consumirlo con mesura sin riesgo alguno para el futuro bebé.