Las grasas se encargan de regular la temperatura corporal y de amortizar los golpes o tensiones que pueda sufrir nuestro cuerpo sirviendo de protección a los órganos internos, además de ser una reserva de energía para nuestro cuerpo.
Bajo ninguna circunstancia se debe prescindir completamente de la ingesta de lípidos ni siquiera en los casos en los que se esté llevando a cabo una dieta para adelgazar.
En las dietas hipocalóricas o de control de peso si es necesario disminuir el aporte de grasas pero no debe ser eliminado bajo ningún concepto.
Podemos distinguir dos tipos de grasas, las grasas saturadas y las grasas insaturadas. Las grasas saturadas son aquellas más sólidas y perjudiciales para la salud, ya que son muy difíciles de asimilar por nuestro organismo y pueden depositarse en las paredes arteriales. Las grasas saturadas se encuentran en alimentos cómo la mantequilla, la manteca o la bollería industrial.
En cambio, las grasas insaturadas son altamente recomendables, estas son las grasas en forma líquida, tales como el aceite de oliva o de girasol, son fácilmente asimilables por nuestro organismo y no constituyen un peligro para la salud.
En dietas para adelgazar el aceite de oliva suele estar restringido a una cucharada sopera por día pero no debe ser eliminado.
Los lípidos deben estar presentes en nuestra dieta en un porcentaje del 30% y la ausencia de éstos causaría graves trastornos como por ejemplo la hipotermia (descenso brusco de la temperatura).