La ortiga blanca se diferencia de la ortiga común principalmente en los “pelos” no urticantes de la primera y, por supuesto, en sus propiedades medicinales.
Las flores de la ortiga blanca son fuente de taninos, por tanto poseen propiedades astringentes. Por la tanto constituye un remedio para tratar diarreas no infecciosas.
También está indicada en el caso de problemas femeninos como leucorreas y sangrados entre menstruaciones o incluso tras la menopausia, una vez descartados problemas severos, por su acción vasoconstrictora a nivel de la zona pélvica.
Empleada junto con otras plantas, se usa como calmante en casos de menstruaciones dolorosas.
Los mucílagos explican las propiedades expectorantes de la ortiga blanca y su uso en procesos infecciosos de las vías respiratorias.
Su efecto demulcente y su actividad antiséptica convierten a la ortiga blanca en un remedio casero para calmar irritaciones de garganta y faringitis.
La ortiga blanca presenta además propiedades depurativas del organismo, en especial de los desechos relacionados con la función renal y la eliminación del ácido úrico. Por ello se prescribe para tratar a enfermos de gota. A esto debe sumarse los beneficios de la ortiga blanca como diurético, evitando la retención de líquidos en los tejidos y aliviando la ascitis o retención de agua en la zona abdominal, uno de los síntomas de la cirrosis hepática.
En uso tópico se emplea para tratar dermatitis de diversa etiología y quemaduras, evitando su infección por su acción antiséptica, también para eliminar la caspa grasa, de nuevo gracias a su efecto astringente.