La fasolina es una variedad de judía de origen centroamericano, que fue introducida en Europa en el siglo XVI. Además de emplearse como alimento, las verdes vainas de la fasolina son un coadyuvante en los tratamientos para bajar de peso.
Una de las propiedades de la fasolina (Phaseolus vulgaris L.) que le permiten ayudar en el control del sobrepeso es la de poder ralentizar la asimilación de los hidratos de carbono, lo que lo convierte en un alimento interesante también para diabéticos.
Con ello se consigue evitar los picos de glucosa que son el resultado a la ingesta de hidratos en personas con la curva de glucosa normal o en personas diabéticas, y en consecuencia inducir una liberación menos brusca de insulina, que produciría la bajada de los niveles de glucosa en sangre y a su vez una inminente sensación de hambre.
Por otro lado, las vainas de fasolina son muy ricas en fibra insoluble. Ya en el estómago, esta fibra comienza a hincharse al retener agua, incrementando la sensación de saciedad, pero es en el intestino donde se aprecian mejor las propiedades de la fasolina a la hora de luchar contra el estreñimiento y, de nuevo, reducir la absorción de los azúcares.
Para finalizar, la fasolina posee una acción diurética suave, interesante en los casos de sobrepeso que cursen con retención de líquidos asociada o con celulitis.