Un estudio realizado a cabo en los Estados Unidos y Australia, donde se obtuvo la participación de 1.000 adultos, brindó como resultado que el consumo regular de productos lácteos tales como; leche, yogurt y queso, mejora las habilidades mentales, comparadas con personas que nunca o rara vez los consumen.
Otro estudio norteamericano realizado con la participación de personas de la tercera edad, demostró en aquellas que tenían niveles más altos de grasas saludables o insaturadas (Omega-3) en sangre, presentaban una menor contracción del cerebro, situación típica de la enfermedad de Alzheimer.
De los estudios se puede establecer que el tejido cerebral donde se llevan a cabo nuestras funciones mentales, dependen en gran medida de una buena cantidad de grasa, teniendo en cuenta que el cerebro está compuesto de un 60 por ciento de grasa. Las células cerebrales están aisladas por vainas de mielina que se componen de 75 por ciento de grasa y esta necesita ser remplazada constantemente.
Los lácteos proveen de una buena proporción de grasas saludables, que por lo tanto favorecerían un buen desarrollo del cerebro, acorde a los últimos estudios, además de todos los beneficios nutricionales ya establecidos sobre la estructura ósea principalmente y la prevención de enfermedades que se relacionan como la osteoporosis.
El calcio contenido en los lácteos también actúa favoreciendo los estímulos eléctricos en todo el organismo y estos son generados por el cerebro para llevar a cabo las funciones de aprendizaje y la memoria, así como también el calcio interviene en la supervivencia de las neuronas.
Para tener en cuenta: también se ha demostrado que el calcio es necesario para el desarrollo de las habilidades mentales pero en pequeñas cantidades (el que se obtiene de los alimentos), ya que su exceso (suplementos de calcio) podría producir en contrapartida muerte neuronal o problemas neurodegenerativos.