El zinc es un oligoelemento que debe ser consumido, siguiendo el requerimiento diario, tanto por niños como durante el embarazo de la madre dado que cumple un rol esencial en el desarrollo normal del feto y su sistema inmunológico, que permitirá el avance del embarazado hasta el momento del parto.
Los productos de origen animal son las principales fuentes de zinc, siendo la carne vacuna magra la fuente por excelencia, seguido por los cereales integrales (el salvado que rodea los granos de cereal contiene diferentes minerales esenciales para el organismo), frutos secos, y lácteos.
Hoy en día, en el mercado, se encuentran gran cantidad de productos alimenticios especialmente diseñados para niños que contienen refuerzos de zinc, hierro y calcio en su composición (fundamentalmente yogures infantiles) que son una buena opción para aquellas madres que tienen dudas respecto a la alimentación de su hijo y de si esta es suficiente y adecuada.
Los síntomas de la deficiencia de zinc son la perdida de apetito, disminución en la curva de crecimiento y desarrollo, inmunidad débil por lo que el niño será propenso a contraer enfermedades viritas. Una detección temprana de su deficiencia permite corregir la involución del crecimiento, lo que podría dejar secuelas en la vida futura del niño.