Entre las propiedades medicinales del ajo se encuentran un conjunto de acciones encaminadas a la prevención de accidentes cardiovasculares, pues todos ellos ayudan a reducir los factores de riesgo de infarto y de arteriosclerosis.
El ajo previene la formación de trombos por su acción sobre la agregación plaquetaria y la actividad fibrinolítica. Así, diluye suavemente la sangre, con lo que se consigue además una mejora de la circulación a nivel general.
Otro de los beneficios del ajo en lo referente a la prevención de la arteriosclerosis y del infarto de miocardio es su
capacidad para regular los niveles de
colesterol en sangre.
En la actualidad un estudio pone en duda esta
capacidad reductora de los niveles de colesterol, pero numerosos estudios
médicos independientes avalan el valor del ajo, con su consumo regular y
mantenido, para reducir el
colesterol.
Las propiedades medicinales del ajo se complementan con una acción hipotensora suave, de nuevo con
su consumo regular y prolongado. Esto es una ventaja, pues pueden aprovecharse
de sus múltiples beneficios personas hipotensas con tan sólo reducir la dosis
consumida.
Su acción fluidificadora de la sangre tampoco es excesiva, por lo
que el ajo puede ser consumido sin problemas por personas que consuman
anticoagulantes orales. A la inversa, en casos donde sea necesario un control
estricto de la coagulación sanguínea, el tratamiento únicamente con ajo resulta
insuficiente, aunque nunca perjudicial.
Los problemas de halitosis asociados a un consumo abundante de ajo se solucionan ingiriéndolo en forma de píldoras.