Las semillas de mandarina son conocidas en china con el nombre de “Juhe” y utilizadas por su medicina tradicional para regular el flujo del “Chi” (energía vital) y lograr así aliviar el dolor producido por inflamaciones musculares causadas por hernias, inflamación dolorosa de los testículos o de los senos con nódulos dolorosos en las mamas, condición conocida como mastitis, muy frecuente en las mujeres que amamantan.
Las mandarinas son nativas del sudeste de Asia y Filipinas, pero son ampliamente cultivadas en zonas de clima cálido por todo el mundo y es muy rica en aceites volátiles y flavonoides o antioxidantes naturales que evitan el daño celular generado por los radicales libres, responsables de enfermedades degenerativas.
Según un estudio publicado en el "Diario de Alimentos" la comparación del contenido total de polifenoles en el extracto de semillas de distintos cítricos, la mayor proporción se encontró en las variedades de mandarina, particularmente la conocida como “Kaewwan”.
Otros compuestos activos contenidos en las semillas de mandarina son los limonoides y los glucósidos limonioideos, que también se encuentran en la cáscara, han demostrado tener la capacidad de inhibir la formación de tumores en animales de laboratorio según el Servicio de Investigación Agrícola del USDA, así como otras pruebas de laboratorio han encontrado que los limonoides son más eficaces que el fármaco tamoxifeno para luchar contra las células del cáncer mamario humano.
Según lo expuesto en un artículo de la revista de Ciencias Biológicas, un derivado del compuesto activo “limonoide” que se encuentra en las semillas de mandarina ha demostrado tener propiedades benéficas para luchar contra la malaria.