Los beneficios para del aloe vera para la salud son numerosos, pero están condicionados a realizar un uso correcto de la planta, pues no está exenta de toxicidad. En primer lugar se debe distinguir entre el gel de aloe, que se obtiene de la pulpa interior de las “hojas” y se suele emplear de manera externa, y el látex de aloe, el cual se reserva para uso interno.
Otras presentaciones como el jugo de aloe proceden de liofilizados y no deben prepararse en casa a partir de la planta directamente.
Por vía interna, el látex de aloe se emplea para tratar el estreñimiento, mientras el jugo de aloe sirve para cerrar úlceras gástricas no complicadas, es decir, no sangrantes. El jugo de sábila también puede ayudar en el tratamiento de trastornos intestinales ligeros, pasando a ser contraproducente en los casos graves.
Precauciones con el Aloe Vera en su uso interno
No se debe perder de vista que el aloe, consumido por vía interna, no es recomendable para tratamientos crónicos.
En cuanto al uso tópico del aloe vera o sábila, todo cambia. Los beneficios del aloe en el tratamiento de afecciones cutáneas son múltiples y su uso completamente seguro.
La pulpa interior del aloe se emplea para tratar desde problemas de acné hasta quemaduras, tanto solares como domésticas (estas últimas siempre que no afecten a zonas muy extensas, en cuyo caso es necesario acudir al servicio de urgencias).
También se aprecian las propiedades medicinales del aloe vera en el tratamiento de enfermedades de la piel asociadas al desequilibrio en el funcionamiento de las glándulas sebáceas, como es el caso de la dermatitis seborreica, y puede aplicarse en el cuero cabelludo si fuera necesario.
El gel de sábila se emplea en el tratamiento de hemorroides externas, no produce irritación en las mucosas de la zona mientras que con su poder regenerante ayuda a la cicatrización incluso si las hemorroides son sangrantes.
La única precaución que se debe tomar con el aloe vera en su uso externo está relacionada con su poder astringente: en pieles secas conviene usar el aloe vera mezclado con unas gotas de algún aceite regenerante, como el de rosa mosqueta o el de argán, o al menos suavizante, como el de almendras dulces o el de avellanas.