La ortiga (Urtica dioica/urens) está cubierta de pequeños pelos que contienen irritantes químicos, los cuales se liberan cuando la planta entra en contacto con la piel, haciéndola muy dolorosa al tacto, por ello la recolección de la planta debe hacerse con mucho cuidado.
Sin embargo esta propiedad autodefensiva de la ortiga a su vez es una propiedad medicinal ya que al tener contacto con un área adolorida del cuerpo, puede disminuir el dolor original.
Los científicos creen que la ortiga tiene la capacidad de reducir los niveles de sustancias inflamatorias en el cuerpo, interfiriendo con la transmisión de las señales de dolor naturales del organismo.
La ortiga se ha utilizado durante cientos de años para tratar dolores musculares y articulares, eczemas, artritis gota y la anemia, pero destaca en el tratamiento de afecciones urinarias, en particular durante las primeras etapas de un agrandamiento de la próstata (hiperplasia prostática benigna o BPH), así como para las infecciones del tracto urinario, además de tratar la fiebre del heno (rinitis alérgica), en compresas y cremas para el tratamiento local del dolor en las articulaciones, torceduras y esguinces, tendinitis y picaduras de insectos.
Los beneficios medicinales de la ortiga se pueden aprovechar de diferentes formas: como hierba seca en infusiones, en extracto, en cápsulas o como tintura de la raíz (una solución de la hierba en alcohol), ésta última parece tener diferentes efectos farmacológicos en relación a las hojas.
Los efectos secundarios ocasionales que puede producir la ortiga incluyen; malestar estomacal leve, urticaria o erupción cutánea (principalmente en el uso tópico). Es importante tener cuidado al manipular la planta de ortiga, porque tocarla puede causar una erupción alérgica, por ello la ortiga nunca debe ser aplicada sobre una herida abierta.
Debido a que la ortiga puede alterar el ciclo menstrual, también puede contribuir al aborto involuntario, las mujeres embarazadas no deben usar la ortiga.