La fumaria debe su nombre al hecho de que su jugo contiene algunos principios activos responsables de una irritación ocular similar a la producida por el humo.
Las propiedades medicinales de la fumaria están relacionadas con sus acciones diurética, sudorífica y laxante, siendo una de las plantas medicinales más habituales en los tratamientos naturales de desintoxicación realizados en primavera.
Tanto es así que la ingesta por vía oral de preparaciones a base de fumaria puede mejorar problemas de eccemas, dermatitis, psoriasis y, en general, tratamiento de impurezas de la piel relacionadas con la alimentación y no con causas hormonales.
Los beneficios de la fumaria se dejan sentir también en el aparato circulatorio, siendo las curas estacionales realizadas con fumaria una manera de reducir la afectación en personas aquejadas de arterioesclerosis, en especial cuando los pacientes son relativamente jóvenes. También ejerce la fumaria una acción preventiva sobre esta enfermedad por ser capaz de reducir la tensión arterial gracias a su efecto diurético.
Pese a su baja toxicidad, la fumaria debe ser empleada con precaución por su riqueza en alcaloides.
La fumarina puede producir incluso parada respiratoria en dosis elevadas o en tratamientos prolongados, pese a ser responsable de buena parte de los beneficios de la fumaria: es antihistamínica y anti arrítmica, además atenúa problemas asmáticos.
A su vez el ácido fumárico, pese a mostrarse muy efectivo en el tratamiento de la psoriasis, desnivela los niveles de glucosa en sangre con dosis.
Se recomienda precaución con el uso de fumaria en caso de personas afectadas de hipotensión tanto convencional como ortostática.