El compuesto orgánico principal que le confiere al jugo de tomate sus propiedades medicinales es el “licopeno”, un poderoso antioxidante natural que le brinda su color rojo y cuyas propiedades saludables se extienden hasta la prevención del cáncer. Como antioxidante actúa protegiendo a las células y órganos de los daños que produce el oxígeno a través de la oxidación que deteriora la vida celular.
El contenido antioxidante del jugo de tomate es capaz de proteger el ADN en las células blancas de la sangre, además de la capacidad puntual del licopeno para luchar contra varios tipos de cáncer, incluyendo colorrectal, de mama, de próstata, de pulmón y páncreas.
El jugo de tomate es una gran fuente de vitaminas y minerales, como las vitaminas A y C, ya que una taza de jugo de tomate contiene hasta un 74 por ciento del valor diario recomendado de vitamina C y un 20 por ciento de la vitamina A.
Estas vitaminas ayudan al sistema inmunológico mediante la destrucción de los radicales libres en el torrente sanguíneo, moléculas que dañan el ADN celular, motivo u origen del desarrollo de enfermedades tan graves como el cáncer.
Otras vitaminas y minerales que se encuentran en el jugo de tomate son; K, B1, B2, B3, B5, B6, potasio, magnesio, hierro y fósforo, combinación que suma a sus propiedades saludables estimulando el correcto funcionamiento orgánico casi en todos sus niveles.
El jugo de tomate es utilizado por la medicina natural como un excelente tratamiento natural para reducir los niveles de colesterol en sangre, ya que es una muy buena fuente de fibra y ésta actúa ayudando a descomponer el colesterol malo o LDL a nivel intestinal, evitando así que se absorbido y sus consecuencias negativas sobre la salud.
También el contenido de niacina (vit. B3) que se encuentra en el jugo de tomate ha demostrado ser muy efectivo como una forma natural para tratar el colesterol alto, potenciando así su capacidad anti-colesteromiante junto con la fibra.