Los beneficios del amaranto desde el punto de vista nutricional son indiscutibles. En primer lugar, su aporte proteico es muy superior al de otros cereales, incluida la avena, y la proteína vegetal que contiene es de buena calidad. Pero no hay que perder de vista el contenido de las semillas de amaranto en vitaminas del grupo B, vitamina A, vitamina E, calcio, hierro y fósforo.
El hierro contenido en las semillas de amaranto resulta más fácil de asimilar por el organismo que el presente en la mayoría de los vegetales. La combinación de hierro con ácido fólico y vitaminas B1, B6 y B12 convierten a las semillas de amaranto o alegría en un verdadero alimento para tratar y prevenir todo tipo de anemias relacionadas con estados carenciales, problemas de mala asimilación de nutrientes o hemorragias.
Las semillas del amaranto resultan tan nutritivas como para recomendarse a personas convalecientes o que estén recibiendo tratamiento con quimioterapia. También resulta muy adecuado en las dietas de niños, deportistas y de ancianos. Además, la fibra insoluble ayuda a regular el tránsito intestinal.
En cuanto a las propiedades medicinales del amaranto, las hojas se han empleado tradicionalmente en el tratamiento de diarreas mientras que el aceite extraído de las semillas está siendo objeto de estudio porque parece ayudar en el tratamiento de la diabetes. Lo que sí se ha demostrado es que el consumo habitual de semillas de amaranto contribuye a regular los niveles de colesterol en sangre.
Aunque la forma tradicional de consumo del amaranto pasa por emplear su harina, en la actualidad cobra fuerza, especialmente entre los vegetarianos, el consumo de germinados de amaranto.