La miel tiene una gran capacidad antibacterial ya que las bacterias no pueden sobrevivir en ella, siendo uno de los motivos su alto contenido de azúcar que extrae el líquido a los microbios y por deshidratación mueren, además de compuestos químicos específicos antibacteriales.
No toda las variedades de miel son iguales cuando se trata de una acción antimicrobiana, siendo la variedad Miel de Manuka de Nueva Zelanda, la más indicada según un informe publicado en el "Journal of the Royal Society of Medicine" y que en la actualidad se expende en farmacias de Australia y el Reino Unido, con fines terapéuticos.
La miel tiene varias ventajas sobre los antibióticos para el tratamiento de heridas en la piel, como es el caso de los comunes forúnculos, ya que los antibióticos por vía oral tienen efectos secundarios como, malestar estomacal, náuseas y diarrea, además de ser fuentes comunes de reacciones alérgicas en algunos casos muy graves.
Las bacterias como Staphylococcus aureus, que son las más frecuentemente responsables de causar forúnculos a menudo se vuelven resistentes al tratamiento con antibióticos, pero la miel aplicada externamente a las heridas no tiene estos efectos secundarios y puede eliminar las bacterias.
Los estudios sobre el uso de la miel para tratar las infecciones bacterianas de la piel fueron positivos para el tratamiento de diversos tipos de heridas crónicas, como úlceras, quemaduras, laceraciones y heridas quirúrgicas y comparado con las terapias convencionales, mostró un beneficio levemente superior sobre heridas de quemaduras, sin embargo no mejoró la curación de las úlceras crónicas, común en los diabéticos con mala circulación, por ejemplo.
Un estudio hindú publicado en la "Revista de Cirugía Cutánea y Estética", informó que las heridas por quemaduras en los pacientes que se les aplicó un tratamiento con miel, en vez de los tratamientos tradicionales, se curaron más rápido y de forma más completa.