La epilepsia se desencadena por desequilibrios en los impulsos eléctricos del cerebro derivado de lesiones, tumores, fiebre o infecciones; puede ser hereditaria. Las convulsiones tienen diferentes intensidades donde se puede llegar hasta perderse el conociendo por un breve periodo, aunque lo mas habitual son las convulsiones de corta duración que ocasionan en la persona la perdida del equilibrio y del control sobre su cuerpo.
Una alimentación adecuada es importante en esta enfermedad dado que la deficiencia de vitaminas aumenta la frecuencia de los ataques epilépticos, también aumentan su frecuencia el stress, el alcohol y la fiebre.
La epilepsia, en la actualidad, puede ser controlada de forma efectiva por medicamentos en el 82% de los casos pero, por los efectos secundarios que pueden ocasionar, se prescriben conjuntamente con una serie de cambios en los hábitos alimentarios con un aumento en el consumo de Calcio con el fin de lograr un tratamiento para la epilepsia más eficaz..
Entre los alimentos ricos en calcio que benefician la disminución de episodios epilépticos se encuentran los lácteos, especialmente los enriquecidos con vitamina D que ayudan a absorber el calcio que contribuye a controlar los impulsos nerviosos.
El consumo de tres porciones de leche, yogurt o quesos (descremados o no) incorporara al cuerpo una cantidad de calcio suficiente para que pueda intervenir en la transmisión de los impulsos nerviosos de forma más efectiva.