El aceite de avellanas se incluye en la alimentación por sus propiedades aromáticas y nutricionales. Fuente importante de vitaminas A y E, así como de calcio y de magnesio, su proporción en ácidos grasos insaturados ayuda a regular los niveles de colesterol, mientras por sus otros nutrientes protege la vista, la piel y ayuda a combatir la fatiga así como a prevenir la osteoporosis.
Además, el aceite de avellanas tiene propiedades antioxidantes debidas a las vitaminas A y E así como al selenio que contiene.
Es preferible consumir el aceite de avellanas en crudo, en lugar de emplearlo para freír. No obstante, es en el uso tópico donde se aprovechan con más frecuencia los beneficios del aceite de avellanas.
Es éste el aceite recomendado, junto con el de caléndula, para el cuidado de la piel de niños y bebés. Además el aceite de avellana posee una acción calmante de las pieles irritadas, es ligero y de fácil absorción y, por su aporte en magnesio, ayuda a fortalecer las defensas naturales de la piel frente a algunas agresiones ambientales. También mejora muchos casos de eccemas y dermatitis, a la vez que regula las secreciones de las glándulas sebáceas de la piel y le confiere elasticidad.
Para el cuidado de una piel sensible, se pueden sustituir los productos hidratantes por aceite de avellana puro, de primera presión en frío. Tres gotas bastarán para el cutis y el cuello, puede usarse a modo de contorno de ojos o para proteger los labios agrietados. En la piel expuesta, dos aplicaciones diarias serán suficientes. En pieles irritadas, puede aumentarse la frecuencia si se considera necesario.
El aceite de avellanas no incorpora filtro solar, por ello, tras su uso, deberá aplicarse un protector solar.
No todos los aceites de avellana que se comercializan pueden ser ingeridos, hay que prestar atención a ese punto.