Los usos más populares del tomillo son aquellos relacionados con la digestión y el sistema respiratorio, en especial de la parte alta. Ello es debido a las propiedades carminativas y su poder para reducir gases y aerofagias en el primer caso, y por sus propiedades antisépticas, expectorantes y mucolíticas en el segundo.
Por su poder antiséptico, puede aplicarse incluso en heridas abiertas. Su acción purificante de la piel ayuda a equilibrar el cuero cabelludo, eliminando problemas de caspa. El tomillo se emplea también para problemas bucales como aftas o gingivitis. Las propiedades antimicóticas del tomillo, unidas a las antisépticas, le permiten tratar vaginitis e infecciones por Candida albicans.
El timol presente en el tomillo es la causa de sus propiedades antirreumáticas y antiinflamatorias. Y la naringenina a su vez favorece la circulación, siendo de gran ayuda en personas con problemas de riego. Posee a su vez propiedades antioxidantes, y por consiguiente, antienvejecimiento.
El tomillo es un emenagogo, esto es, ayuda en las menstruaciones difíciles y dolorosas. Y por su actividad sobre el aparato circulatorio ayuda a reducir la intensidad de las migrañas.
Antiguamente el tomillo se empleaba para combatir parásitos intestinales.
En la actualidad se estudia su acción sobre el sistema inmunológico y el posible efecto sinérgico de su asociación con otros inmunoestimulantes. Es probada su eficacia como preventivo de procesos gripales y catarrales.
Se puede hacer uso de los beneficios del tomillo en forma de infusiones, decocciones, baños, mezclas con su aceite esencial, extracto, jarabe, vahos y oleatos.
Todas las propiedades medicinales del tomillo, unidas a su baja toxicidad, permiten su aplicación en tratamientos prolongados.