La Melisa o Toronjil (Melissa officinalis) es nombrada en numerosos momentos de la historia ponderando sus efectos y beneficios sobre distintas funciones órganos del cuerpo.
Fue muy estimada por Paracelso, quien creía que esta planta tenía el poder de revivir a un hombre, tratando directamente el sistema nervioso.
En la obra “El Dispensario de Londres” (1696) encontramos la siguiente referencia sobre la Melisa: "Es una esencia de bálsamo, que en el vino de Canarias, bebido todas las mañanas va a renovar la juventud, fortalecer el cerebro, aliviar la naturaleza lánguida y prevenir la calvicie”.
Otras leyendas de distintos escritores refieren: "El Bálsamo (Melisa) es soberano para el cerebro, el fortalecimiento de la memoria y su gran alcance ahuyenta la melancolía".
La Melisa conformaba el ingrediente más importante de una famosa leyenda medicinal europea conocida como “El agua o vino de las Carmelitas” considerado un remedio natural muy eficaz contra el dolor de cabeza nervioso y que aún hoy goza de gran respeto.
Plinio y Dioscórides, utilizaban el jugo de la Melisa en vino para uso interno, como un reconstituyente general (psicofísico) y las hojas en aplicaciones externas para curar picaduras de animales venenosos como las picaduras de escorpiones.
Ahora se reconoce como un hecho científico que los aceites balsámicos de plantas aromáticas son excelentes vendajes quirúrgicos: emiten ozono y por lo tanto ejercen un poderoso efecto antiséptico.
Entre los beneficios medicinales de la Melisa se destaca su propiedad carminativa, diaforética y febrífuga, por lo cual induce un leve sudor, refrigerando el cuerpo de los pacientes con afecciones febriles, particularmente en el tratamiento del resfrío y la gripe. En forma tópica se usa con sal para la limpieza de heridas y aliviar los dolores de la gota.
Para tener en cuenta John Hussey vivió hasta la edad de 116 años y desayunó durante cincuenta años el té de Melisa endulzado con miel, así como también el Príncipe de Glamorgan, que murió a los 108 años y consumía el “Agua de las Carmelitas” a diario, cuyo componente principal es la Melisa, también lo hacia el emperador Carlos V.