La importancia dada a los ácidos grasos omega 3 se sustenta por muchos motivos, el primordial es que este tipo de grasas constituyen un nutriente esencial, es decir, sólo podemos obtener los ácidos grasos omega 3 de nuestra alimentación ya que nuestro organismo no tiene capacidad para sintetizarlos a través de otros alimentos ingeridos.
Dentro de los ácidos grasos omega 3 se distinguen tres tipos, el ALA (ácido linolénico), el DHA (ácido dicosahexaenoico) y el EPA (ácido ecosapentanoico). Todos ellos contribuyen a mejorar el sistema cardiovascular, esto está probado por numerosos estudios, en uno de ellos se indicaba que poblaciones que consumían cantidades adecuadas de omega 3 tenían un riesgo ocho veces menor de contraer alguna enfermedad coronaria.
Los beneficios de los ácidos grasos omega 3 son múltiples, protegen al corazón de las arritmias (latidos irregulares), son imprescindibles para una adecuada función pulmonar permitiendo así mejorar la reacción de las personas asmáticas, controlan los niveles de colesterol y triglicéridos, reducen el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, regulan la presión sanguínea (ayudando así al tratamiento de la hipertensión), mantienen el correcto estado de las arterias, favorecen la salud del sistema nervioso, fortalecen el sistema inmune y esto hace que los ácidos grasos omega 3 también prevengan las enfermedades autoinmunes.
Los expertos en nutrición aconsejan cada vez más consumir alimentos ricos en ácidos grasos omega 3 como en el caso de las mujeres embarazadas ya que una de las propiedades del omega 3 es favorecer el adecuado desarrollo cerebral del feto.