Todas las vitaminas y minerales son imprescindibles en el cuerpo humano pero especialmente es necesario mantener niveles adecuados de vitamina K o filoquinona.
Esta vitamina es imprescindible para que la sangre coagule correctamente y las plaquetas se adhieran a la piel cuando hay una herida abierta, sin niveles adecuados de vitamina K en nuestro organismo pondríamos en peligro la cascada de la coagulación sanguínea y esto puede conllevar graves problemas.
La vitamina K cobra mayor importancia para la mujer embarazada y durante la lactancia. El déficit de vitamina K o filoquinona en una mujer embarazada puede suponer una enfermedad hemorrágica en el bebé recién nacido.
Otro papel fundamental de la vitamina K es su intervención en los procesos de remodelación ósea (descalcificación y calcificación del hueso) y está comprobado que su déficit puede contribuir a la aparición de osteoporosis, así que esta vitamina está especialmente indicada en mujeres que se encuentren en la etapa de la menopausia.
Las principales fuentes alimentarias de la vitamina K son los vegetales de hojas verdes, en concreto, las espinacas, el brócoli y el repollo, pero para que éstos conserven sus porcentajes en micronutrientes es importante no exponerlos a elevadas temperaturas cuando se cocinan.
La ingesta mínima de Vitamina K está definida entre 75 y 90 microgramos para adolescentes y adultos y se entiende que dentro del contexto de una dieta equilibrada la porción de vitamina K necesaria debería estar contemplada.