La fibra dietética estimula la peristalsis o movimiento de los intestinos a modo de contracciones ondulatorias que movilizan los alimentos a través del tracto digestivo, pero además provoca una expansión del colon facilitando así el tránsito de los residuos hacia su excreción y evitando por lo tanto el estreñimiento, situación que a la vez impide la acumulación de grasa en el organismo.
Una dieta alta en fibra incrementa la saciedad alejando la sensación de hambre por más tiempo, condición que favorece el control natural de peso corporal al reducir la ingesta. La fibra tiene la capacidad de disminuir la absorción de grasa contenida en los alimentos que consumimos, por lo tanto también reduce la producción calórica.
En resumen la fibra dietética aporta volumen a la dieta, ayuda a la digestión y a prevenir el estreñimiento, propiedades que los Institutos Internacionales de Salud consideran ideal para tratar problemas metabólicos como la diabetes, la diverticulosis y las enfermedades del corazón.
Si deseamos agregar fibra a nuestra dieta debemos hacerlo poco a poco, para evitar la producción de gases o diarrea, en el caso de no haberla consumido de forma regular con anterioridad, ya que demasiada fibra puede impedir la correcta absorción de minerales como el magnesio, zinc, hierro y calcio. Sin embargo debemos saber que no es motivo de preocupación, ya que los alimentos ricos en fibra por lo general son ricos en gran variedad de minerales.
La recomendación del consumo diario de fibra para los adultos es de 20 a 35 gramos, cantidad que permitirá disminuir la cantidad de grasa absorbida por el cuerpo.
Las fuentes alimentarias más ricas en fibra dietética son las frutas, verduras, cereales integrales, frijoles secos y guisantes, pero también el consumo de fibra debe ir acompañado de una buena hidratación por ello debemos asegurarnos de beber mucha agua cuando nuestra dieta sea alta fibra.