El Chitosán es una fibra que tiene un origen marino y que es un derivado de la chitina, o quitina. La Chitina es una sustancia que podemos encontrarla en los esqueletos de los crustáceos.
Se trata de un polímero marino natural biodegradable que se extrae de los caparazones de los crustáceos marinos.
El chitosán medicinalmente es un producto que tiene numerosos campos de aplicación, como ser en bioquímica, en la cosmética y sobretodo en la nutrición.
Esta fibra de origen marino es un elemento que no se absorbe, al llegar al estómago, aunque se encuentre con un medio ácido no se degrada. El chitosán en el estómago actúa como una esponja, y absorbe todos los lípidos (grasas) que encuentra y los elimina en la excreción. Este efecto provoca además una sensación de saciedad, disminuyendo el apetito.
Gracias al chitosán parte de esta grasa que ingerimos en la dieta es “atrapada” por el mismo chitosán. De esta manera evitamos sumar las calorías de esa grasa, y con menos calorías conseguimos adelgazar comiendo prácticamente lo mismo.
El chitosán puede absorber cinco veces su propio peso en gramos grasas y así inhibe el 20% más o menos de la grasa que ingerimos a través de nuestra dieta diaria.
Para que este fenómeno se lleve a cabo de modo eficaz el chitosan debe ser ingerido inmediatamente antes de las comidas con una buena cantidad de agua, ya que al dejar un espacio de tiempo anterior o posterior, las grasas ingeridas ya se habrían absorbido y formarían parte de la reserva de nuestro organismo.
Cuidados con el Consumo de Chitosan
El chitosán, presente en numerosos complementos dietéticos de venta libre en farmacias, herbolarios e Internet, no está exento de efectos secundarios. Se han reportado casos leves de estreñimiento, flatulencia, náuseas y ardor de estómago. Como todo suplemento o medicamento debe ser incorporado en forma paulatina observando la tolerancia de cada persona en particular.