La Genciana es una hierba medicinal capaz de estimular las células glandulares digestivas, siendo bacteriostática, anti-helmíntica, colerética y colagoga, actuando por lo tanto sobre todos los órganos digestivos y acelerando el tránsito intestinal. Todas estas propiedades medicinales de la Genciana la transforman en una planta estimulante del sistema inmune al favorecer el crecimiento del número de leucocitos o células blancas del sistema inmunológico.
Como medicina natural la Genciana posee innumerables propiedades curativas en sus raíces debido a sus componentes químicos principales que son: gentio-pyrine, gentio-marinos, tanino amaragentine, gentianine, lípidos y sustancias minerales, todos ellos hacen de la genciana un remedio natural muy eficaz para tratar la anorexia biliar, estimular la secreción de saliva, aumentar la secreción gástrica y la resistencia general del cuerpo (recuperación de convalecencias).
Como protector hepático la Genciana ha demostrado ser muy efectiva en el tratamiento de la diabetes, parasitosis intestinal e inflamaciones pancreáticas, para las cuales se recomienda el uso de la tintura de genciana, particularmente en las enfermedades gástricas y hepáticas.
Los beneficios medicinales de la Genciana sobre los ataques agudos producido por cólicos biliares, son muy importantes ya que es preventiva de la litiasis biliar (formación de cálculos biliares), utilizándose para estos casos la tintura de genciana, que debe ser diluida a razón 20 gotas en un cuarto de vaso de agua, para consumirse de 3 a 4 veces en el día, preferentemente en ayunas por la mañana y un cuarto de hora antes de las comidas principales.
A nivel hepático la raíz de genciana tiene efectos tónicos o fortalecedores de las células del hígado, estimulando su función ayuda a regenerarlas, además de ser capaz de inhibir el desarrollo de los virus que puedan afectar al órgano.
En dosis enormes puede provocar dolores de cabeza e irritación gastrointestinal. Personas con úlceras gastroduodenal deben evitarla, así como las mujeres en periodo de lactancia porque sus componentes de carácter amarga pasan a la leche y el bebé puede rechazarla.