Pese a su similitud, los principios activos responsables de las propiedades medicinales del serpol (Thymus serpyllum) se presentan en diferente proporción que en el tomillo, por ello varían la posología y, en ocasiones, las dolencias que consiguen tratar con eficacia.
El serpol posee propiedades estimulantes y tónicas, que se sienten en el organismo en general y en el aparato digestivo en particular cuando se toma en forma de infusión.
También se pueden calmar cólicos y malas digestiones aprovechando los efectos carminativos del tomillo sanjuanero.
Otra de las propiedades medicinales del serpol es la de ser un efectivo febrífugo natural, que ayuda a despejar las vías respiratorias. De ahí su uso para aliviar las molestias en caso de pequeños resfríos o ante irritaciones de garganta.
Aplicado de manera local, el serpol actúa como tonificante muscular y favorece la concentración.
Los beneficios del serpol se emplean en ungüentos y concentrados destinados a calmar las cefaleas tensionales. De esta manera también se consiguen aprovechar las propiedades analgésicas del serpol, efectivas tanto en casos de reumatismo como de gota, lumbago o, incluso, pies cansados.
Otro de los beneficios del serpol es su poder antiséptico, capaz de tratar acné o impurezas de la piel, con la ventaja adicional de su elevado contenido en taninos, astringentes, que controlan el exceso de grasa.
El serpol ayuda a prevenir en cierta medida el contagio de hongos en piscinas o duchas públicas.
Hasta hace unas décadas, el serpol era una de las plantas medicinales empleadas en el tratamiento de la tos ferina, por sus propiedades antipiréticas y antisépticas.
A diferencia de lo que sucede con el tomillo, en el caso del serpol se deben respetar la posología recomendada pues, sin ser una planta tóxica, no es tan inocua cuando se requieren tratamientos con dosis elevadas.