Las inflamaciones o edemas representan un problema que puede manifestarse en distintas partes del cuerpo, pero es más común en las extremidades como; las manos, brazos, pies, tobillos y piernas, pudiendo reflejar un signo de otras condiciones subyacentes, sin embargo puede encontrar alivio natural en ciertos alimentos; como es el caso de las frutas.
Algunas frutas son muy ricas en antioxidantes y estos compuestos naturales pueden ayudar a reducir inflamaciones leves causadas por situaciones simples, como permanecer demasiado tiempo en una postura o por el consumo en exceso de sal en los alimentos, lo cual perjudica en funcionamiento de los riñones dando como resultado retenciones liquidas que derivan en edemas.
Entre los frutos más recomendados para hacer frente a las inflamaciones se encuentran en primer lugar los tomates, por su gran riqueza en antioxidantes y un compuesto muy especial llamado “licopeno”, por lo cual se recomiendan incluirlos en la dieta diaria, particularmente cuando se padecen enfermedades inflamatorias del tipo crónico.
Los arándanos frescos son otra opción antiinflamatoria natural y estos pueden adicionarse en los cereales del desayuno o la avena, así como postres o batidos, ya que además son frutos con un bajo contenido calórico y muy ricos en antioxidantes, principalmente vitamina C.
Otros de los frutos que siguen la lista de frutos antiinflamatorios naturales son; las cerezas, frambuesas, manzanas, melocotones y ciruelas, todos con un altísimo poder antioxidante, capaz de reducir las sustancias inflamatorias que generan la condición.
Las verduras también pueden ayudar a reducir las inflamaciones, por contener también antioxidantes aunque en menor medida, como es el caso de la calabaza, pimientos, remolacha, espárragos, espinacas, col, puerro y cebollas.
Además de incluir este tipo de frutas antiinflamatorias naturales, cuando se atraviesa por procesos inflamatorios crónicos, es muy importante según los especialistas reducir los alimentos que puedan empeorar la condición, entre los cuales se encuentran; los lácteos, soja, maíz, gluten, harinas refinadas utilizadas en el pan blanco, pastas y alimentos procesados que contengan aditivos químicos.