La glucosa es una sustancia que genera energía y el organismo la obtiene a partir de la metabolización de los carbohidratos y si estos son deficientes en la dieta, el cuerpo recurre a los ácidos grasos como fuente de energía, ya que son los productos finales del metabolismo de las grasas, ambos tipos, saturados e insaturados.
Así por ejemplo si consumimos muchos carbohidratos, como los contenidos en granos, frutas y vegetales, el cuerpo utiliza algunos ácidos grasos de inmediato para generar membranas celulares y hormonas esteroides, almacenando aquellos que no utiliza como tejido adiposo o también conocido como grasa corporal.
Sin embargo en el caso de que los carbohidratos obtenidos de los alimentos no sean suficientes para alimentar a todas las funciones celulares, el cuerpo utiliza rápidamente los ácidos grasos para compensar el déficit de energía. Así por ejemplo cuando los ácidos grasos se almacenan como tejido adiposo (en forma de triglicéridos), producen más de dos veces la energía por gramo, comparada con la generada por los hidratos de carbono o proteínas.
Más específicamente el rendimiento de los triglicéridos es de 9 kilocalorías de energía por gramo, en comparación con alrededor de 4 kilocalorías por gramo de energía que puede producir el glucógeno o la forma de almacenamiento de la glucosa. Por lo tanto se deduce fácilmente que los ácidos grasos son las formas más eficientes para la producción de energía orgánica. Al repeler el agua en el cuerpo ocupan mucho menos espacio comparados con el glucógeno, que si atrae el agua y por lo tanto ocupa más espacio.
Cuando el cuerpo necesita energía y la obtienen de la grasa almacenada, se inicia un proceso denominado lipólisis, durante el cual las hormonas y las enzimas se liberan para cambiar los triglicéridos en ácidos grasos libres, que viajarán por el torrente sanguíneo y serán absorbidos para ser quemados por las células que necesitan energía.