Las venas varicosas se generan cuando las válvulas que contienen se debilitan o sufren cambios degenerativos, motivando así el estancamiento de la sangre venosa y la dilatación o engrosamiento. El aceite de pescado es muy rico en un tipo de ácido graso conocido como omega-3, que posee la capacidad de aliviar o prevenir ciertos problemas relacionados con la salud vascular que afecta a distintos niveles orgánicos.
Lo que debemos saber es que nuestras venas se encargan de llevar sangre sin oxígeno al corazón y los pulmones, función que es posible gracias a válvulas diminutas que contienen y que se encargan de compensar los efectos de la gravedad y la prevención de un reflujo hacia atrás, evitando así la acumulación de sangre en las piernas.
En el caso de las personas con venas varicosas, estas válvulas no funcionan adecuadamente y la sangre se acumula aumentando el tamaño de los vasos afectados.
Los posibles factores que pueden contribuir a la formación de venas varicosas incluyen la edad avanzada, las debilidades innatas en sus válvulas de las venas, la obesidad, la inactividad física habitual, el embarazo, los antecedentes familiares, los cambios hormonales naturales y los cambios hormonales asociados con el uso de píldoras anticonceptivas o medicamentos a base de hormonas.
El ácido graso saludable omega-3 contenido en el aceite de pescado puede afectar a la sangre y a los vasos de varias maneras, como por ejemplo ampliando los interiores de los vasos sanguíneos y provocando así descensos moderados de la presión arterial.
También tienen la capacidad de reducir la tendencia a la formación de coágulos sanguíneos, factor fundamental para evitar ataques cardiacos o accidentes cerebro-vasculares.
Otro beneficio saludable del aceite de pescado es el de reducir naturalmente los niveles de una forma perjudicial de grasa que recibe el nombre de “triglicéridos”, vinculados al desarrollo de la diabetes no controlada y enfermedades del corazón.
Para tener en cuenta; si las venas varicosas no son dolorosas o están hinchadas, el médico puede recomendar algunas modificaciones de estilo de vida con la intención de que no se agrave el problema, como por ejemplo; hacer más ejercicio, perder el exceso de peso, evitar el consumo de alimentos salados, elevar los pies siempre que sea posible, evitar los tacones altos o ropa restrictiva, no sentarse con las piernas cruzadas y evitar largos períodos en postura de pie o sentada.