La patología asmática generalmente esta presente en personas que sufren de estados alérgicos desde la infancia, las cuales son susceptibles a ciertos agentes desencadenantes de episodios de alergia y asma como polvo, polen, pelos de animales, stress físico y emocional, polución del ambiente y, también, alergias alimentarias.
Su principal repercusión es la inflamación de los bronquios (asma bronquial) que dará, en la persona, claros síntomas del asma como opresión de pecho, dificultad para respirar y tos.
Los principales alimentos incluidos en este grupo por varios estudiados científicos son aquellos que se encuentran ligados al aumento de la frecuencia de ataques asmáticos tales como leche, cereales y productos donde se utilizan mohos o levaduras para su elaboración como quesos y productos de panadería.
También están implicados los alimentos que producen la mayor parte de las alergias alimentarias: maní, pescado, nueces y ciertos aditivos como el sulfito (prohibido en varios países para ser usado en la industria alimentaria), químico que debe ser declarado en el rotulado de todos los alimentos que lo contengan, como bebidas alcohólicas.
Existen ciertos alimentos que sirven como tratamiento del asma por favorecer la discontinuidad de los episodios y estos son aquellos ricos en vitaminas del complejo B (vegetales de hoja verde, carnes magras), alimentos con fuente de antioxidantes naturales (vegetales y frutas de colores naranja, roja y verdes), vitamina C (frutas cítricas, frutos rojos), y vitamina E (aceite de oliva).
Estas vitaminas tienen como función la eliminación de los radicales libres por lo que disminuye el trabajo pulmonar aumentando las defensas.