Es cierto que las nueces poseen un elevado contenido en grasas, como todos los frutos secos, pero los lípidos de las nueces son ácidos grasos esenciales insaturados, es decir, no aportan colesterol y además debemos incluirlos en la dieta, pues el organismo no es capaz de producirlo por sí mismo.
Los beneficios de las nueces como alimento cardiosaludable se deben en gran medida a su elevado contenido en el ácido graso esencial oleico, que reduce los niveles de colesterol en sangre, y en los ácidos grasos esenciales linoleico y alfalinoleico, todos ellos del grupo omega 3 y con la capacidad de prevenir el deterioro del sistema circulatorio a nivel general.
A las propiedades de las nueces se le suma un ligero efecto hipotensor, con lo que previene la arteriosclerosis o endurecimiento de las arterias.
Con arterias flexibles, los niveles de colesterol bajo control y la tensión en valores óptimos se puede reducir la incidencia del infarto de miocardio y la angina de pecho en un porcentaje realmente elevado, y sin recurrir a fármacos sintéticos, en ocasiones con multitud de efectos secundarios.
El contenido en antioxidantes de las nueces ayuda a proteger el sistema circulatorio del deterioro asociado al envejecimiento y su contribución al mantenimiento elevado de los niveles de serotonina se relaciona con sensación de saciedad. Por ello, consumidas con mesura, las nueces combaten la obesidad, otra causa de riesgo de infarto de miocardio.
Las nueces, en definitiva, no tienen contraindicación alguna, consumidas de manera razonable.