Una de las causas más comunes de que la piel sea frágil es la carencia de algún elemento o alguna vitamina indispensable para su salud. En otros casos, el problema tiene un fondo reactivo, relacionado con el sistema inmune, en ocasiones de tipo alérgico.
Por último, existen una serie de alimentos que ralentizan el proceso natural del envejecimiento de la piel. Una piel envejecida es más frágil y, en consecuencia, puede ser más propensa a sufrir enfermedades, cicatriza peor, etc.
Cuando se trata de controlar el problema de las pieles reactivas, una vez eliminado el uso de todo agente agresivo como jabones o exfoliantes demasiado fuertes, se puede recurrir al consumo de hongos medicinales: el shiitake, el maitake y el reishi ayudan a controlar la intensidad de los procesos alérgicos en general, y a la vez incrementan las defensas. Aunque no deben ser consumidos en dosis muy elevadas sin establecer periodos de descanso.
Las defensas naturales de la piel se refuerzan con la ingesta de alimentos ricos en antioxidantes, en general, y en ácidos grasos omega 3 y licopeno en particular. También se experimenta mejoría con el consumo regular de sustancias ricas en minerales imprescindibles para la salud de la piel, como el magnesio, o vitaminas que ayudan a su regeneración tras sufrir una agresión, como la vitamina A, o la nutritiva vitamina E, antienvejecimiento cutáneo por excelencia.
Además debe vigilarse la hidratación. La ingesta adecuada de líquidos depende mucho del clima y de la actividad física. La norma de 8 vasos de agua o zumos al día es demasiado general, los deportistas, quienes estén en climas muy cálidos o enfermos con fiebre debe incrementar la ingesta de esta cantidad, siendo en ocasiones necesario incluso doblarla.
No está de más recordar que ninguna dieta nos libra de la necesidad de emplear filtro solar durante todo el año, incluso en el caso de personas de piel oscura.
Alimentos para cuidar la salud de la piel (II)
Cómo proteger y mejorar las defensas de la piel contra agentes externos.