El Lino es una planta que tiene linaje de verdad, ya que sus orígenes se remontan a 5000 a.c, ubicándose entre las plantas más antiguas con usos registrados en la historia de la medicina, por ejemplo la Biblia hace referencia a las propiedades medicinales del Lino en muchos de sus pasajes.
Las semillas de Lino o linaza poseen entre sus distintas virtudes medicinales, un gran poder como laxante suave pero muy efectivo, que no arrastra los nutrientes esenciales como lo hacen los laxantes químicos.
Fueron utilizadas para el tratamiento del estreñimiento desde la antigüedad, radicando su eficacia en la sustancia gelatinosa que la semilla despide después de sumergirla en agua, por lo general se dejan toda una noche para beber por la mañana el líquido resultante, pero también el consumo directo de las semillas en la alimentación cumplen con el mismo fin, a la que se suma la fibra de su cáscara (se recomienda comerlas trituradas).
La infusión de las semillas de Lino es muy efectiva para combatir las afecciones digestivas, además de las urinarias, en forma externa a modo de cataplasma combate los forúnculos y los callos o durezas de la piel.
Es para tener muy en cuenta que las semillas de Lino son muy ricas en ácidos grasos omega 3, difícil de encontrar en el reino vegetal, ya que la riqueza de este tipo de ácido nutricional tan estudiado actualmente por sus propiedades medicinales para tratar el colesterol y la degeneración cerebral, está reservada, casi por completo, para los pescados, que representan la fuente de mayor riqueza.