El aceite de árbol de té se obtiene de la planta Melaleuca alternifolia y no de la verdadera planta del té, Camellia sinensis. Es uno de los pocos aceites esenciales que se pueden aplicar puros sobre la piel, aunque en muchas ocasiones se emplee rebajado en su concentración y siempre para tratamientos externos.
Las propiedades medicinales del aceite de árbol de té están relacionadas principalmente con sus propiedades antisépticas, antifúngicas y regenerantes de la piel.
Aplicado puro, el aceite de árbol de té es una excelente cura para los problemas de hongos en los pies y las uñas. También se emplea sin diluir para combatir parásitos externos en humanos y animales.
Uno de los usos más conocidos del aceite de árbol de té es como tratamiento para el acné. Al presentar a la vez propiedades antibacterianas y regenerantes ataca el problema con eficacia. Además es capaz de regular las secreciones sebáceas de la piel y el cuero cabelludo. Por esta propiedad reguladora y por sus características antimicóticas el aceite de árbol de té es una de las plantas más empleadas para combatir la caspa, con la ventaja de ser eficaz tanto en problemas de caspa seca como de caspa grasa.
Diluido en las concentraciones adecuadas para cada caso, sirve para tratar infecciones vaginales y para la higiene de las hemorroides externas.
Para finalizar, el respirar los vapores de este aceite produce un efecto purificante en las vías respiratorias superiores. En aromaterapia se emplea como estimulante del sistema inmunológico.
Nunca se debe aplicar puro en mucosas, ni consumirse por vía oral. No obstante, con la precaución de ser ingerido, se emplea también aceite de árbol de té para tratar aftas bucales y estomatitis.