La leche de almendras es una emulsión blanquecina elaborada a partir de los frutos del almendro. Generalmente se edulcora, y puede llevar algún componente adicional para mejorar su sabor, aunque éste es suave y agradable al paladar.
Uno de los grandes beneficios de la leche de almendras es su digestibilidad, resultando un alimento nutritivo y a la vez suave para enfermos del aparato digestivo. Está especialmente indicado en casos de gastritis.
En cuanto a las propiedades nutricionales de la leche de almendras, aporta casi tanto calcio natural como la leche animal. Previene por tanto problemas de osteoporosis y ayuda al crecimiento de los niños, en especial si no pueden ingerir productos lácteos.
Los lípidos de la leche de almendras son insaturados, es decir, no aportan colesterol e incluso ayudan a mantener bajos los niveles de colesterol malo y los triglicéridos. A ello contribuye también su aporte en fibra soluble.
El aporte de fibra no soluble de la leche de almendra proporciona sensación de saciedad. Resulta además un excelente alimento para deportistas por su poder nutritivo y su elevado contenido en minerales, en especial en potasio, calcio y fósforo. Su poder remineralizante hace a la leche de almendras una excelente opción para personas convalecientes y en quienes han sufrido procesos diarreicos agudos o crónicos.
Se puede elaborar en casa o comprar ya preparada, lista para su consumo, o de manera concentrada, para diluir en agua. Las leches de almendras concentradas suelen incorporar grandes cantidades de azúcares, que deben ser tenidos en cuenta por personas diabéticas.
La leche de almendras está contraindicada a personas alérgicas a los frutos secos, por razones obvias.