En caso de sufrir intolerancia a la Lactosa, la alternativa más popular a la leche de vaca es la leche de soja. Se trata de una emulsión elaborada a partir de agua y legumbres de soja amarilla, a la que se le pueden añadir azúcares y otras sustancias para mejorar su sabor.
Uno de los grandes beneficios de la leche de soja es el de proporcionar proteínas de tan buena calidad como las de origen animal. Además, la soja es rica en calcio, por ello resulta una opción muy a tener en cuanta cuando se debe prescindir de la leche animal de manera permanente, para prevenir osteoporosis y descalcificaciones. En la actualidad muchas leches de soja comerciales completan el aporte natural de calcio para alcanzar los 120 mg /100 ml de la leche de vaca.
Otro beneficio de la leche de soja es su ausencia de gluten, una proteína presente en muchos cereales y que no es tolerada por los celíacos.
La digestibilidad de la leche de soja es muy superior a la leche de vaca, mientras su contenido graso resulta inferior al de la leche entera. La soja aporta lípidos insaturados, esta propiedad evita la acumulación de colesterol y triglicéridos en sangre. Debe tenerse cuidado con algunos preparados comerciales edulcorados para hacer más agradable su sabor. Un exceso de hidratos de carbono sencillos invalidaría la acción de la soja sobre los triglicéridos.
La soja aporta fitoestrógenos, que explican su capacidad de reducir molestias asociadas al climaterio y prevenir la osteoporosis más allá del aporte de calcio. También aporta hierro y vitaminas del grupo B, de ahí su capacidad de prevenir de la anemia.
Se ha demostrado que las niñas que se han desarrollado consumiendo soja en su pubertad y mantienen ese consumo en la edad adulta presenta una menor tasa de cánceres de pecho, útero y ovarios.
La leche de soja no tiene contraindicaciones salvo para las personas alérgicas a esta legumbre.