La sopa de tomate es una de las preparaciones culinarias favoritas de millones de personas a la hora del almuerzo, ya sea elaborada a partir de una lata o de tomates frescos, es una comida caliente alta en nutrientes y baja en calorías, dependiendo del método de preparación.
De la elaboración de una sopa de tomate va a depender su nivel nutricional, recomendándose la que se elabora a partir de los tomates frescos, ya que mantendrán su piel y en ella reside la fibra dietética y el mayor contenido de licopeno, un antioxidante muy poderoso que se encuentra en estudio constante por tener propiedades anticancerígenas, comparándose con el resveratrol de las uvas, que ya ha demostrado brindar beneficios puntuales para la salud general, previniendo las enfermedades más graves.
Otro motivo de incluir la piel del tomate en una sopa es que proporciona fibra soluble e insoluble, ambas necesarias para promover una digestión sana al favorecer los movimientos intestinales regulares evitando el estreñimiento y sus consecuencias como las hemorroides, la toxemia y otras consecuencias negativas para la salud.
Además la fibra soluble del tomate tiene la capacidad de regular los niveles de colesterol a nivel intestinal, lo que se traduce en una prevención de las enfermedades derivadas de su desequilibrio, como la hipertensión, las cardiacas, etc.
El licopeno es una variedad de caroteno cuyo contenido en los tomates es muy elevado, siendo un poderoso antioxidante que entre sus muchas propiedades saludables ha demostrado ser particularmente eficaz en la prevención del cáncer de próstata. La eficacia de licopeno se ve reforzada por el proceso de calentamiento, ya que se potencia su concentración, por ellos las salsas o la sopa de tomate, son mucho más ricas en esta poderosa sustancia saludable.
Debido al nivel de acidez la sopa de tomate puede no ser conveniente cuando se atraviesa por enfermedades digestivas como la gastritis o casos más graves como de úlcera, por lo cual se debe consultar a un profesional sobre su consumo.