Las dietas bajas en carbohidrato son de comprobada eficacia tanto para la pérdida como para el control del peso corporal, comparada con las dietas restringidas en grasa, sin embargo las dietas bajas en carbohidratos se basan obviamente en limitar la ingesta diaria de carbohidratos que puede oscilar entre los 50 y 150 g al día, enfocándose principalmente en el consumo de vegetales sin almidón, fuentes saludables de grasa y cantidades adecuadas de proteína.
Sin embargo ciertas dietas bajas en carbohidratos han recibido llamadas de atención por parte de los profesionales de la salud, por tener un alto contenido de grasas saturadas, principalmente de grasas de origen animal, permitiendo así el consumo de mantequilla, tocino y carnes rojas, además de aceite de coco. Esta situación se ha planteado como una relación directa que puede aumentar el riesgo a padecer problemas cardíacos, ya que elevan los niveles de colesterol.
Las dietas bajas en carbohidratos como contrapartida han demostrado ser particularmente eficaces a la hora de reducir los niveles de triglicéridos (grasas en sangre), según un estudio publicado en "Annals of Internal Medicine", donde se comparó con las dietas bajas en grasa.
Otro estudio que comparó las dietas bajas en carbohidratos y las dietas bajas en grasa, demostrando que los niveles de colesterol malo o LDL, se vieron reducidos con la dieta baja en grasa, pero no así con la baja en carbohidratos. Por lo tanto, las dietas bajas en carbohidratos no son efectivas para reducir el colesterol malo.
El colesterol HDL es el tipo conocido popularmente como “colesterol bueno”, ya que brinda beneficios protectores al corazón, también se ve disminuido por las dietas bajas en grasas, pero en lo que respecta a las dietas bajas en carbohidratos suele incrementarse.
Para tener en cuenta; cómo podemos observar a través de estos resultados científicos, las dietas que presentan deficiencia de un grupo de nutrientes, de una u otra forma conllevan a desequilibrios orgánicos, por ello lo recomendable siempre es optar por una dieta variada basada en alimentos naturales y orgánicos, dejando de lado los de tipo procesado, pero por sobre todo siempre debe ser evaluada por un profesional, para no incurrir en errores nutricionales que se pagan con salud.