Primeramente es necesario reconocer que es cierto que algunas personas prefieren el sabor salado antes que el dulce, no obstante, son muy pocas las personas que no se consienten con un dulce capricho cuando así lo pide el cuerpo o las emociones.
La realidad es que el sabor dulce gusta enormemente a los seres humanos por los siguientes motivos:
El azúcar blanco no aporta nada a la salud y desde un punto de vista nutricional no debería incluirse en la alimentación, no obstante, es cierto que la mejor dieta es aquella que nos permite estar bien física y psicológicamente.
El azúcar blanco así como los alimentos que lo contienen deben consumirse de forma muy esporádica pero sí pueden consumirse si nos apetecen y si nos sirven para mimarnos y darnos un capricho, pero repito, siempre de forma esporádica y no cotidiana.
Además, ahora que sabemos por qué nos gustan tanto los dulces, podemos incorporar a nuestra dieta dulces más saludables, por ejemplo, realizados con miel de buena calidad.