Varias tribus indígenas de Brasil adoraban a dos árboles, a los que denominaban en su lengua “árbol bueno” por sus diversos usos medicinales, a veces entremezclados con lo religioso. Estos árboles eran el lapacho y el catuaba. En la actualidad el catuaba sigue estando presente en las farmacias de este país, pues ha demostrado ser un potente afrodisíaco.
Los indígenas de la Amazonía ya conocían los beneficios del catuaba como afrodisíaco, y solían emplearlo para tratar la impotencia masculina asociada a la edad avanzada. Lo cierto es que el catuaba es un estimulante del sistema nervioso central, más bien un adaptógeno, y a su vez facilita la circulación sanguínea. Así, se ve favorecido el flujo de sangre hacia la zona genital, tanto masculina como femenina, y se facilita la excitación en ambos sexos y la erección en el caso de los varones.
Los beneficios del catuaba como afrodisíaco se ven reforzados por su capacidad para eliminar la fatiga tanto física como mental, incluso en los casos de astenias asociadas a los cambios de luz o estados depresivos leves e incipientes.
Por tanto, desde el punto de vista fisiológico, el catuaba ayuda a eliminar, aunque sea de manera temporal, gran parte de los pequeños trastornos que pueden interferir con el deseo sexual y con la excitación.
Y si el problema es psicológico, la fama del catuaba como “árbol del amor” lo convierte en un excelente placebo.
La parte empleada del catuaba es la corteza, bien en forma de infusión, como se hacía tradicionalmente, bien en forma de comprimidos.