Por vía oral, la rosa damascena, también llamada rosa de Alejandría, de Bulgaria, de Turquía o de Damasco. se puede emplear como laxante suave, como fuente de antioxidantes y en consecuencia como alimento antienvejecimiento, como tratamiento contra las migrañas o incluso para ayudar a combatir parásitos internos.
Los beneficios de la rosa damascena por uso tópico de pueden aprovechar tanto con el agua de rosas que resulta de la destilación del preciado aceite esencial de sus pétalos, o con mezclas que contengan el aceite esencial de rosa damascena.
El agua de rosas no siempre se elabora únicamente con el subproducto del destilado de la rosa de Bulgaria. Por ello, para emplearlo como colutorio o enjuague por sus propiedades antisépticas y antiinflamatorias, es preferible realizar el preparado con los pétalos de la planta, para mayor seguridad. También ayuda el agua de rosa de Bulgaria a aliviar las irritaciones oculares.
En el tratamiento de problemas de la piel la rosa damascena es uno de los ingredientes más extraordinarios, pues combate a la vez problemas de acné por su acción bactericida, regula los desequilibrios de lípidos, posee una marcada acción antiinflamatoria y a la vez es regenerante, pudiéndose aplicar incluso en pequeñas heridas abiertas, con la dilución adecuada.
Las pieles sensibles son las que más se benefician de los tratamientos naturales con rosa damascena, pues esta planta medicinal es capaz de controlar problemas de rojeces o incluso ralentizar la evolución natural de la rosácea y de la cuperosis.
Por vía tópica, el uso de rosa damascena está exento de riesgos, salvo en el caso muy improbable de ser alérgico a esta planta medicinal. En su uso interno, respetando las dosis adecuadas, la rosa de Damasco carece de toxicidad (de nuevo salvo en caso de hipersensibilidad).