Las cerezas poseen sustancias conocidas como antocianinas, las cuales aparte de brindarle el color característico al fruto, tienen un poderoso efecto anti-inflamatorio natural superior al de las aspirinas, que se encuentra sometido a investigación, para ser evaluado como una herramienta natural contra el dolor que acompaña a esta dolorosa enfermedad.
Los investigadores creen que las antocianinas o pigmentos naturales pueden jugar un rol muy importante ante la inflamación, sin embargo desde hace tiempo la medicina natural recomienda el consumo de frambuesas combinado con arándanos en forma de jugo, para aliviar naturalmente los procesos inflamatorios, además de su riqueza antioxidante en vitamina C, ácido elágico y quercetina, que luchan contra los radicales libres o moléculas degenerativas del ADN, que empeoran la condición.
Los beneficios saludables de las cerezas como antioxidante y anti-inflamatorio natural, son considerados un medio eficaces para la prevención natural de las enfermedades degenerativas como el cáncer, según estudios llevados a cabo sobre animales, ya que el ácido elágico es un compuesto fenólico capaz de eliminar ciertos tipos de células malignas, como las que afectan al colon, esófago, hígado, pulmón, lengua y piel.
La quercetina es considerada un poderoso anticancerígeno natural comprobado, que se ha utilizado para tratar el cáncer de mama y colon en roedores, según un estudio clínico llevado a cabo en “Cáncer Prevención Research" (2010), donde los investigadores definieron que los compuestos químicos de la cerezas inhiben el crecimiento tumoral por reducción de la inflamación.
El consumo de veinte cerezas puede proporcionar 25 miligramos de antocianinas, que atacan literalmente a las enzimas responsables de la inflamación de los tejidos, previniendo por lo tanto el dolor, según Nair Muraleedharan, principal responsable del estudio sobre las cerezas en la Universidad de Michigan.
Las antocianinas también son protectoras de las arterias evitando daños que inducen a las enfermedades cardiacas en el tiempo por acumulación de placa, superando a las vitaminas C y E, que también cumplen esta función.