Una de las propiedades medicinales del aceite de ricino es la de ser un potente purgante. Hasta hace unas décadas se administraba a los niños en caso de estreñimiento o empachos, así como cuando había problemas de lombrices en el intestino. Hoy en día eso es un despropósito por ser el aceite de ricino demasiado fuerte.
Otro uso tradicional del ricino era el tratamiento de llagas o raspaduras cutáneas. En efecto, el aceite de ricino posee propiedades muy interesantes y seguras cuando se emplean de forma tópica. Uno de los remedios caseros con aceite de ricino más conocidos consiste en utilizar el aceite de sus semillas para fortalecer las pestañas.
Los beneficios del aceite de ricino se aprecian especialmente en las pieles secas y curtidas, pues las nutre y a la vez las aísla del medio. La acción protectora del aceite de ricino es más efectiva frente a las agresiones externas de los climas fríos y tal vez por ello sea el ingrediente mayoritario de muchos labiales hidratantes.
Por sus propiedades físicas, el aceite de ricino ayuda a restablecer la manera progresiva el nivel lipídico óptimo en cabellos castigados y resecos.
El aceite de ricino se extrae de las semillas del árbol Ricinus communis, las cuales son sometidas a un tratamiento térmico para librarlas de su toxicidad.
Es por esto que el aceite de ricino no puede prepararse en casa por simple presión con prensa, pues resultaría altamente tóxico.
Aún así, al existir opciones más seguras, el uso del aceite de ricino por vía interna está desapareciendo, dando paso a su empleo en dermatología y cosmética.