Como depurativo natural, el Alga Chlorella es un vegetal muy efectivo para eliminar toxinas perjudiciales y que además, por su aporte de vitaminas y minerales, constituye un excelente alimento con múltiples beneficios.
El Cardo mariano se utiliza como remedio natural para tratar con éxito todo tipo de enfermedades hepáticas como la hepatitis, cirrosis, psoriasis, cálculos biliares, intoxicación medicamentosa, fatiga, etc.
El ginseng es una de las plantas más famosas por sus propiedades medicinales gracias a los variados componentes de su raíz que brindan beneficiosos de todo tipo el organismo.
Del abedul, utilizado en un principio por su madera, pronto se descubrieron sus numerosas propiedades medicinales, entra las que se encuentran los beneficios del abedul como depurativo del organismo.
El Alforfón o Trigo Sarraceno es una planta utilizada desde hace años en oriente por sus propiedades nutricionales y su capacidad para prevenir problemas hepáticos y cardiovasculares como colesterol alto o hipertensión.
Para tratar la Ictericia, enfermedad de origen hepático, es posible utilizar remedios de la medicina natural que aprovechan todas las propiedades curativas de los alimentos para favorecer la función hepática y revertir rápidamente el incremento de bilirrubina en sangre.
El Agave es una planta con muchas propiedades medicinales para problemas digestivos como úlceras, enfermedades hepáticas y otras, además de poseer propiedades desinfectantes y servir para elaborar el tequila.
El diente de león se ha utilizado por siglos en medicina natural para mantener y recuperar la salud, por su gran riqueza en vitaminas, minerales y otras sustancias químicas naturales específicas para tratar enfermedades, destacando por sus efectos hepáticos.
Milenrama y sus amplias propiedades medicinales sobre el Aparato Circulatorio, Digestivo y para Tratar algunos Problemas de Piel de forma natural y eficiente.
Así como existen medicamentos anticoagulantes de la sangre, también hay alimentos que diluyen la sangre y que se pueden utilizar cuando existe el riesgo de formación de coágulos sanguíneos para prevenir ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares (ACV).
